domingo, 1 de julio de 2007

Educación en Costa Rica: informales y tontos

4 de abril, 2005

“En vano aparecen en los programas matemáticas, física, química, biología, historia y aún filosofía. A todo ello podría aplicarse la exclamación de Hamlet: Palabras, palabras, palabras” Ricardo Jiménez. Colegio de Cartago. 1886

Si usted ingresa al sistema educativo de Costa Rica tiene dos alternativas. Se convierte en un trabajador o trabajadora del sector informal o se vuelve tonto o tonta. No se sabe cuál de las dos es más trágica.

La primera alternativa es no terminar el ciclo completo. Diversas estimaciones señalan que del total de 2.642.624 de adultos, personas mayores de 18 años, solo el 33% de personas han finalizado su secundaria. El 67% no la tiene e incluso tiene menos preparación. Hay 135.649 personas sin educación. 408.987 con primaria incompleta y, 349.772 personas con secundaria incompleta. La cobertura actual de secundaria, jóvenes entre los 13 y 17 años, es del 81%. El mercado laboral exige un mínimo de educación técnica para ser contratado y el MEP no cuenta con ningún programa para ellos. La falta de estudios le conduce a la economía informal.

La segunda opción es que termine el ciclo colectivo. Según diversos informes, un estudiante de noveno año no sabe redactar, desconoce la importancia de la identidad nacional, el papel de la geografía, la geometría y las estimaciones y mediciones de propiedades físicas. Un estudiante de bachillerato no sabe redactar y no comprende lo que lee, desconoce la historia reciente de Costa Rica y su institucionalidad, no domina la geometría, ignora los principios de la biología, la química y la física, no domina el inglés y no tiene la capacidad para resolver problemas.

En cualquier caso, la tragedia es mayor cuando se toma nota que algunos que finalizan terminan siendo, a su vez, educadores. Hace algunos años me referí a la desacertada actuación de las Universidades Públicas en la formación de docentes. Recientemente, tuve la oportunidad de dar lecciones a estudiantes que ya son educadores activos. Mencionar sus carencias profesionales es, a estas alturas, un argumento, casi, tautológico. Así que, cual Sísifo educativo, el país se encuentra encadenado a sus propios vicios.

No es de extrañar entonces que, para el actual Ministro de Educación de la Administración Pacheco, como lo declaró en una entrevista periodística, “Costa Rica no está al borde de un colapso educativo”. Tampoco es de extrañar que un viceministro de educación de la Administración Rodríguez aparezca ahora en el top ten de las pensiones de privilegio. ¿Si esos son los ejemplos; si esos son los funcionarios que encabezan o han encabezado las políticas educativas, podemos pedir peras al olmo?

Cuando los politiquerillos convertidos en incompetentes autoridades sean hechos a un lado, ojalá sin pensión de privilegio de por medio, habrá luz en el firmamento. Mientras tanto, mire a su lado y pregunte a su acompañante si terminó su educación formal. Oculte su propia reacción. Es innecesaria. Eso sí, si es un dirigente, periodista o contertulio deportivo omita la prueba, todos terminaron su educación.

sábado, 30 de junio de 2007

Disciplinando a los hijos

1 de julio, 2007

Se conoce, en la Asamblea Legislativa de Costa Rica, el Expediente N.15.341, “Proyecto de Ley de Abolición del Castigo Físico contra Niños, Niñas y Adolescentes”, iniciativa de la Defensoría de los Habitantes. Cuenta con Dictamen Afirmativo de Mayoría del 22 de agosto del 2005, de la Comisión de Juventud, Niñez y Adolescencia. En la actualidad, el proyecto se encuentra en la Comisión Plena Primera, un miniplenario, con 19 diputados, que puede aprobar o rechazar proyectos en dos debates. El martes pasado el proyecto fue aprobado en primer debate.

La iniciativa adiciona un artículo 29 bis y modifica el artículo 143 del Código de Familia El nuevo artículo 29 establecería la “prohibición de castigar o maltratar física o emocionalmente, a las personas menores de edad., como forma de corrección o disciplina a niños, niñas o adolescentes, considerado como delito penal y familiar, por lo cual, por el primero, quien cometa el delito, estará sujeto a las penas del Código Penal y del Código de Familia (patria potestad), valorado por los jueces correspondientes”

El artículo 143 del Código de Familia instituye la autoridad parental y representación, sus derechos y deberes y, en su primer párrafo establece, como uno de los derechos de la patria potestad, “en forma moderada, corregir al hijo”. La reforma propuesta sustituye ese texto por el siguiente: “disciplinar a los hijos e hijas menores de edad, excluyendo cualquier forma de castigo o maltrato físico, así como la agresión o trato denigrante, físico o emocional”

Disciplinar al menor es un derecho del responsable y la forma, medios o propósitos son, exclusivamente, decisiones que le corresponden. Sin embargo, eso no significa que cuente con un poder absoluto en esta cuestión. Dada su vulnerabilidad, el menor requiere protección por lo que, no importa el tipo de disciplina que se ejerza, ella no puede causarle lesiones. Pero, dado que el concepto de ‘lesiones físicas o emocionales’ es muy amplio y el texto del proyecto no las define, se abre la puerta, de ser aprobado tal como está, a un amplio abanico de interpretaciones que, posiblemente, contribuiría más a la división del núcleo familiar que a su consolidación.

Una fractura es una fractura pero solo en determinadas condiciones es signo de maltrato físico a un menor; por ejemplo, múltiples fracturas en diferentes estados de cicatrización. Hoy día, los especialistas han identificado un número específico de signos físicos que muestran el maltrato físico a un menor. La nueva ley debe incluir el detalle de esos signos. De esta manera, el ámbito de interpretación de cuándo se configura el delito de castigar físicamente a un menor se reduce por completo a la presencia o no, de uno o varios de ellos.

Un poco más dificultuoso es lo relativo a las “lesiones emocionales’. Desconozco si existe un detalle similar al de las ‘lesiones físicas’ pero, aún si existiera, debiera ser objeto de análisis antes de cualquier transposición apresurada de una fuente, presuntamente científica, a la nueva normativa legal ¿Qué es eso de ‘lesión emocional’? Reconozco que es posible que exista un conjunto de signos que puedan evidenciar maltrato emocional a un menor. Pero dado que lo emocional refiere a estados de ánimo, mientras no se establezca lo contrario, siempre sería posible que un menor alege que la hora máxima permitida para llegar a la casa le causa un profundo desánimo, perjudicándole emocionalmente, razón suficiente para que el responsable sea acusado de "maltrato emocional", a pesar que establecer una hora de llegada a la casa, corresponde, estrictamente, al responsable, no al menor ni a la sociedad, no importa el ánimo de cada quién.

Una posibilidad para evitar problemas innecesarios, sería retomar el concepto del artículo 19 de la Convención sobre los Derechos del Niño, ratificada por Costa Rica mediante ley 7184, donde se habla de perjuicio físico o mental. En consecuencia, en lugar de ‘daño emocional’ una alternativa es incluir ‘daño psicológico’, aunque, dirán algunos, eso no cambia nada. Sí, mientras no se precisen los signos que evidencien el daño, puesto que quedaríamos en la misma situación, sean emocionales o psicológicos.

Sin embargo, introducir el concepto de 'daño psicológico' abre la posibilidad de mayores opciones para encontrar respuestas, los signos, de ese tipo de maltrato, en el sólido desarrollo de varias disciplinas científicas, de tal forma que, por ignorancia, no dejemos de atenderlo. Es indudable que un buen grito puede pararle los pelos a cualquiera pero, solo en determinadas condiciones, un eléctrico afro se transforma en permanente, peor aún si ese límite quedara en manos de la asociación libre de un juez.

En cualquier caso, sea daño 'emocional', 'psicológico' o ambos, los signos que los evidencien deben quedar explicitados en la ley. De no existir consenso de los especialistas al respecto, es mejor legislar, inicialmente, estrictamente, sobre lesiones físicas y dejar que aquellos se pongan de acuerdo, porque siempre es preferible una ley pequeña pero buena que una grande pero mala, de paso, volviendo al título original del proyecto, “Proyecto de Ley de Abolición del Castigo Físico contra Niños, Niñas y Adolescentes"

Finalmente, definidos claramente los conceptos, también sería necesario precisar la pena, fijándola, remitiéndo a alguna normativa expresa o reformando otra ley. Y, por aquello de previsiones, en el caso que se legisle en materia de daño emocional, psicológico o ambos, la variable de 'atenuantes' sería muy significativa tomando en cuenta el entorno familiar pero excesivamente compleja, una razón más para avanzar solo, en términos seguros, en lo que estamos seguros.

viernes, 1 de abril de 2005

Educación en Costa Rica

1 de abril del 2005
“En vano aparecen en los programas matemáticas, física, química, biología, historia y aún filosofía. A todo ello podría aplicarse la exclamación de Hamlet: Palabras, palabras, palabras” Ricardo Jiménez. Colegio de Cartago. 1886

Si usted ingresa al sistema educativo de Costa Rica tiene dos alternativas. Se convierte en un trabajador o trabajadora del sector informal o, se vuelve tonto o tonta. No se sabe cuál de las das es más trágica.
La primera alternativa es no terminar el ciclo completo. Diversas estimaciones señalan que del total de 2.642.624 de adultos, personas mayores de 18 años, solo el 33% de personas han finalizado su secundaria. El 67% no la tiene e incluso tiene menos preparación. Hay 135.649 personas sin educación. 408.987 con primaria incompleta y, 349.772 personas con secundaria incompleta. La cobertura actual de secundaria, jóvenes entre los 13 y 17 años, es del 81%. El mercado laboral exige un mínimo de educación técnica para ser contratado y el MEP no cuenta con ningún programa para ellos. La falta de estudios le conduce a la economía informal.

La segunda opción es que termine el ciclo colectivo. Según diversos informes, un estudiante de noveno año no sabe redactar, desconoce la importancia de la identidad nacional, el papel de la geografía, la geometría y las estimaciones y mediciones de propiedades físicas. Un estudiante de bachillerato no sabe redactar y no comprende lo que lee, desconoce la historia reciente de Costa Rica y su institucionalidad, no domina la geometría, ignora los principios de la biología, la química y la física, no domina el inglés y no tiene la capacidad para resolver problemas.

En cualquier caso, la tragedia es mayor cuando se toma nota que algunos que finalizan terminan siendo, a su vez, educadores. Hace algunos años me referí a la desacertada actuación de las Universidades Públicas en la formación de docentes. Recientemente, tuve la oportunidad de dar lecciones a estudiantes que ya son educadores activos. Mencionar sus carencias profesionales es, a estas alturas, un argumento, casi, tautológico. Así que, cual Sísifo educativo, el país se encuentra encadenado a sus propios vicios.

No es de extrañar entonces que, para el actual Ministro de Educación de la Administración Pacheco, como lo declaró en una entrevista periodística, “Costa Rica no está al borde de un colapso educativo”. Tampoco es de extrañar que un viceministro de educación de la Administración Rodríguez aparezca ahora en el top ten de las pensiones de privilegio. ¿Si esos son los ejemplos; si esos son los funcionarios que encabezan o han encabezado las políticas educativas, podemos pedir peras al olmo?

Cuando los politiquerillos convertidos en incompetentes autoridades sean hechos a un lado, habrá luz en el firmamento. Mientras tanto, mire a su lado y pregunte a su acompañante si terminó o no su educación formal. Oculte su propia reacción. Es innecesaria. Eso sí, si es un dirigente, periodista o contertulio deportivo omita la prueba, todos terminaron su educación.

1 de abril, 2005

lunes, 14 de marzo de 2005

Educacion y Universidades

2001

Hasta el momento, el debate sobre la calidad de la educación en Costa Rica se hacentrado en, por una parte, los esfuerzos del Gobierno de la República para mejorar losaspectos cuantitativos y cualitativos del proceso educativo y, por otra, en laresponsabilidad que le compete al personal docente.

En el primer caso, el país conoce de una profunda renovación que se expresa en másaulas, más pupitres y el mejoramiento de otros factores, ya conocidos por la opiniónpública. En el segundo, aún persisten dudas sobre el verdadero compromiso delpersonal docente con una labor que, antiguamente, estaba ligada a un deber vivencialde nuestros maestros y profesores. Parece, sin embargo, que otros actores involucradosdebieran asumir un rol mucho más activo, en todo caso, en cumplimiento de sus propiosdeberes.

Nos referimos, en particular, a quienes tienen la obligación de preparar,profesionalmente, a los estudiantes que optaron por la carrera docente., es decir, lasUniversidades. Muchas personas estarán de acuerdo conmigo en que el nivel profesionalde maestros y profesores es, en muchos casos, algo más que deplorable.

La pregunta ¿quién educa al educador? es, en ese sentido, fundamental. Parece ser quepor el faltante de educadores, los centros universitarios privilegiaron la velocidad y nola calidad, por lo que la responsabilidad de las deficiencias encontradas, en niños yjóvenes, son, fundamentalmente, responsabilidad de las propias universidades. Si loseducandos no dominan la redacción y la ortografía, si no desarrollan su potencialidadlógica y abstracta, entre otras privaciones, las universidades debieran dar cuenta del tipode profesional que han formado.

En ese contexto, no sería inadecuado poner atención a las recientes medidas del Ministerio de Educación, en El Salvador, mediante las cuales se elevan losrequerimientos mediante los cuales se puede acceder al estudio de las carreras docentes:notas mínima para ingresar, examen de ingreso y dedicación completa para el estudio.Podrán ser limitadas pero, obviamente, coadyuvan en la dirección correcta.

No se trata de negar los esfuerzos que las universidades nacionales, públicas y privadas,realizan a favor de ese mismo objetivo; pero sí de llamar la atención sobre la necesidadde entender que, con o sin aulas, 200 días o libros de texto, la preparación de losdocentes no es cuestión meramente baladí que fácilmente puede olvidarse en el debateeducativo.